jueves, 1 de septiembre de 2011

Pisar fondo.


A mi alrededor pululan jóvenes, que por sus profesiones, círculos sociales, ideales, preferencias musicales o lo que sea, adoptan gustos que identifiquen sus personalidades, eso me parece normal, y anormal me parece que, como parte del paquete, muchos adoptan también el gusto por el consumo de drogas, blandas o duras. No sé si por congruencia ad-hoc con el look (lo cual me resultaría estúpido), por integrarse en su círculo social, por problemas existenciales (ante eso hay distinta maneras de lidiarlo, no con drogas), o sólo por vivir el momento, no lo sé. Si conozco a otros que viven la convicción de ser consumidores de marihuana, amparados por sus propiedades curativas, o argumentando una costumbre milenaria de las culturas. Las justificaciones les sobran, por miles, y que no logro entender como justificantes para su consumo. Creo que el problema con el consumo de drogas, como con el consumo del alcohol, es la suma de situaciones o circunstancias personales del individuo con la sustancia, el elemento químico que altera el estado psíquico. En el caso de los jóvenes, incluso adolescentes, sumemos la expectativa. Ligado a lo que redacto al inicio, los jóvenes esperan más, sensaciones o emociones, de lo que finalmente obtendrán. Física y mentalmente hay una muy delgada línea de estabilidad, peligrosa, que se puede romper, porque el consumidor puede ver alterada su expectativa mezclada con un sin fin de circunstancias que lo rodean, imperando hoy las peores, como lo son: amoralidad, status, delincuencia, racismo, frivolidad, modas, sexo, etc. 

Mucho consumidores, quizá la mayoría, gritan de manera colérica, que el verdadero problema que hoy merma y tiene secuestrado a México, es la actual forma de pensar. El no tener la apertura a la legalización de las drogas, duras o blandas, que debemos seguir los ejemplos de Europa, como la ciudad de Ámsterdam, Holanda. Cuando la realidad de los países, que los consumidores mexicanos quisieran imitar, es otra. En Ámsterdam, la permisividad de las drogas cambió, ya que esa ciudad alimentaba el mercado de drogas atrayendo a los narcotraficantes para la compra. Ahora sólo pueden consumir drogas blandas, marihuana y hachís, en cafeterías. No más drogas duras, y no publicidad para el consumo de las blandas, y que su consumo no debe exceder los 5 gramos. De lo contrario pueden exponerse a sanciones muy altas o ir a prisión.

Últimamente ha circulado en las redes sociales un mensaje que dice: ¿No quieres puestos ambulantes? ¡No les compres! ¿No quieres franeleros? ¡No les des dinero! ¿No quieres narcotráfico? ¡No te drogues!  Este mensaje me parece, básico, puntual y contundente. Porque, si bien no es la respuesta a todo lo que le aqueja a México, si describe una lógica conductual que tendría una repercusión inmediata. Pero que conllevaría fuerza de voluntad de quien consume drogas.

Es una realidad que la violencia y la muerte de inocentes, como en los atentados o fuegos cruzados, que arroja la lucha contra el narcotráfico, además de una mala estrategia operativa de la policia, hay responsabilidad de quien paga por el producto. Porque el proveedor a toda costa buscará satisfacer a su cliente y mientras haya clientes habrá quien quiera vender. Pero ante eso, no hay peor negocio que el que no vende.

No creo que la legalización sea la solución en un México, que además de lidiar con el consumo de drogas, que crece exponencialmente y de la mano del narcotráfico, lidia también con pobreza, analfabetismo, corrupción, nepotismo, cacicazgo, etc. Todo tiene como raíz la falta de valores, que rompe las familias y mal educa a los hijos. 

Si nos adentráramos en la vida en particular de cada narcotraficante, veríamos seguramente, la carencia de presencia parental, por ende, falta de valores y educación, sin tener opción más que educarse con las circunstancias y personas que lo rodean.

Una acción te lleva a otra acción y toda acción tiene una reacción, todo lo que percute repercute, tanto en las drogas como en los valores. Vale la pena sacrificar, por una nación y por futuras generaciones, expectativas físicas, transitorias y dañinas que prometen las drogas por expectativas virtuosas y perennes que prometen los valores y que se deben dar en las familias.

Hoy se dice que la información sobre los riesgos o peligros de las drogas, sexualidad y diversos temas esta disponible y accesible para todos. Es cierto, actualmente hay un exceso de información, pero hay CERO formación familiar, entonces no sirve de nada, porque en lugar de informar confunde. Los valores dejaron de ser reforzados por las escuelas a partir del 1ro de agosto de 1926, por ordenes de Plutarco Elías Calles, desatando la Guerra Cristera. Desde entonces las familias han tenido que inculcar valores en casa y eso ha dejado de ocurrir casi hasta desaparecer. Actualmente, bajo una dictadura del relativismo, secularismo, exceso de información, nula formación familiar, creo que aún vienen cosas peores. 

Cito a continuación, del autor Roberto O'Farrill Corona, de su libro "El Pulso de la Fe" páginas 185 a 188, el siguiente Catálogo de 60 Valores que estamos urgidos a retomar:

  1. Vida.
  2. Libertad.
  3. Familia.
  4. La sociedad universal.
  5. La nación.
  6. Fortaleza.
  7. Magnanimidad.
  8. Magnificencia.
  9. Paciencia.
  10. Longanimidad.
  11. Perseverancia.
  12. Constancia.
  13. Templanza.
  14. Vergüenza.
  15. Honestidad.
  16. Abstinencia.
  17. Sobriedad.
  18. Castidad.
  19. Virginidad.
  20. Continencia.
  21. Mansedumbre.
  22. Clemencia.
  23. Modestia.
  24. Humildad.
  25. Estudiosidad.
  26. Modestia corporal.
  27. Eutrapelia.
  28. Modestia en el ornato.
  29. Justicia.
  30. Justicia general.
  31. Justicia distributiva.
  32. Justicia conmutativa. 
  33. Religión.
  34. Piedad.
  35. Servidumbre.
  36. Obediencia.
  37. Gratitud.
  38. Justo castigo.
  39. Veracidad.
  40. Fidelidad.
  41. Simplicidad.
  42. Afabilidad.
  43. Liberalidad.
  44. Equidad.
  45. Prudencia.
  46. Memoria de lo ocurrido.
  47. Discernimiento.
  48. Docilidad.
  49. Sagacidad.
  50. Razón.
  51. Providencia.
  52. Circunspección.
  53. Cautela.
  54. Prudencia gubernativa.
  55. Prudencia cívica.
  56. Prudencia familiar.
  57. Prudencia militar.
  58. Buen consejo.
  59. Sensatez.
  60. Juicio equitativo.

Si cada familia, en la intimidad del hogar y en la vida personal de quienes la integran, las practicaran y enseñaran a su descendencia, el perfil de México y de los mexicanos cambiaría de manera exponencial, elevando nuestra calidad de vida y convirtiendo a nuestra nación, a nivel mundial, en modelo de cultura en coexistencia social.

Pisar fondo y emerger nos urge, no debemos preocuparnos sino ocuparnos ya en revertir el rumbo light en la vida personal de cada quien y de las familias. Es tiempo de retomar "El Camino, La Verdad y La Vida".

A proposito de falta de valores, les comparto este Blog interesante: http://infocatolica.com/blog/delapsis.php/1109011215-prostitutas-romanas-que-matab 

1 comentario:

  1. Saludos coordiales,

    Estoy de acuerdo en que todo tiene que ver con una falta de valores primigenios que se inculcan en la edad más temprana de la vida, mientras se va formando la personalidad y un poco despues, ya que eso da base y parámetros iniciales para relacionarse con el mundo.

    Cualquier individuo que se observe, tiene en dentro de si una relación constante con su dialogo interno, con sus pensamientos, con su fe, con sus intuiciones etc., dicha relación por circuanstancias diferentes puede ser muy amable, ecuanime o tal vez dolorosa o incluso tormentosa. Aquí es donde considero, que inicia la busqueda externa, sedienta de sentido y en busca de la calma; de la felicidad. Es en ese punto donde la búsqueda toma elementos que habitan en lo externo y generalmente lo más facil o lo más significativo se encuentra muchas veces en las drogas, si el individuo no tiene incorporado el discenimiento ese camino tentador le va a llevar a consumirse lentamente.

    Es más facil romper una escultura con un martillo, que construirla con las manos, con dedicación y tiempo. Lo mismo pasa con el ser humano, con la sociedad, con la familia.

    Vivimos en esta época... dificil, dura, laberíntica. Empecemos todos a picar piedra y en un par de generaciones más, si educamos con valores y los llevamos a cabo, el bien común irá emergiendo por añadidura.

    Un abrazo grande.
    I.V.

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