jueves, 24 de noviembre de 2011

Adviento Purpúreo


Este próximo domingo 27 de noviembre comienza el Adviento; periodo conformado por cuatro semanas que nos anuncia que debemos prepararnos y disponernos para la Natividad del Señor. 

Tiempo revestido de un color púrpura penitencial que además nos alude el periodo, en que debemos abstraernos en reflexión, de tres lapsos que nos sustenten como fieles: el pasado, la actualidad y el futuro a la luz de la fe.

Cavilar el pasado que nos remonta a la anunciación de María Santísima y que da a luz al Redentor de la humanidad; que nos hereda un camino, y que andarlo, siempre en la verdad, nos llevará a la vida eterna.

Recapacitar nuestra actualidad redimidos por Jesús. ¿Dónde estamos? ¿Hemos andado el camino heredado? ¿Merecemos entonces la eternidad? Quizá nuestro albedrío ha arado una brecha que se desvía y nos desvía de nuestro destino. Probablemente deambulamos, no ambulamos.

Discurrir el futuro que aguarda la llegada del que es Rey entre reyes. Una urgente y esperanzadora Parusía que reordenará y que juzgará, redimiendo sólo a los firmes en la fe.

Revistamos ya nuestro corazón y conciencia de color púrpura, para reparar y renovar nuestra verdadera condición haciéndola precepto de vida "criaturas del Creador". Vivamos el adviento para después postrarnos y esperar su nacimiento.

Oración de Adviento

Preparemos los caminos ya se acerca el Salvador y salgamos, peregrinos, al encuentro del Señor.
Ven, Señor, a libertarnos, ven, tu pueblo a redimir; purifica nuestras vidas y no tardes en venir.
El rocío de los cielos sobre el mundo va a caer, el Mesías prometido, hecho niño, va a nacer.
De los montes la dulzura, de los ríos leche y miel, de la noche será aurora la venida de Emmanuel.
Te esperamos anhelantes ya sabemos que vendrás; deseamos ver tu rostro y que vengas a reinar.
Consolaos y alegraos, desterrados de Sión, que ya viene, ya está cerca, él es nuestra salvación


Feliz Adviento y Feliz Navidad.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Teología de un rebelde.


Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. (Mt 10:1)

Sabemos que la religión Católica, tiene un poder descomunal sobre Satanás, contra las fuerzas infernales. Verdad irrefutable y comprobable.

Sabemos también, por palabras de Gabriel Amorth y de José Antonio Fortea, renombrados exorcistas Católicos,  que no sólo en la religión Católica se ejerce el magisterio del exorcismo; pero si es en el Catolicismo donde se encuentran los ritos y formulas más eficaces que datan desde 1494. Sabemos también que después del Concilio Vaticano II el actual ritual, que se redactó en 1614, ha sufrido modificaciones al punto de ser, a opinión de exorcistas, ineficaz o poco efectivo. Pero ese es otro tema.

Dentro de un rito de exorcismo, el Sacerdote logra ejercer dominio sobre el demonio o los demonios, pues es Jesucristo mismo, quien por medio del Sacerdote, afronta cara a cara a los enemigos invasores. Como lo dimensiona de manera perfecta el escritor Candido Brognolo: "Los Reyes más poderosos, con todos sus ejércitos y soldados, son derrotados por un solo demonio, mientras toda la numerosa multitud de los demonios es derrotada por un solo exorcista, y un solo hombrecito puede someter a estos espíritus hasta el punto de obligarlos a manifestar en sus acciones una perfecta obediencia…"

Es por esto que les comparto una fabulosa oración, denominada "Poesía de un endemoniado" , o la cual denomino, "Teología de un rebelde".

Tomado del libro "EL DIABLO…existe y se le puede reconocer" del Padre Corrado Balducci; página 204.

Poema que se puede encontrar también en: La revista "La voz de Pío IX" (Roma 1, 1955, II, 12).

En 1823 en Ariano de Puglia, provincia de Avellino (Italia), un niño de 12 años, analfabeta, fue poseído, por Satanás. Después de un largo camino, se recurrió a los exorcismos. Dos celebres predicadores, los Padres Dominicos Gassiti y Pignataro, que se encontraban en el pueblo para una misión parroquial, le ordenaron a Satanás, en nombre de Dios, probar teológicamente, con un soneto de rimas obligadas, la Inmaculada Concepción de la Virgen, cuestión muy debatida en esos tiempos.

El pequeño endemoniado pronunció el siguiente soneto:

Verdadera Madre soy yo de un Dios que es Hijo
y soy su hija, aunque también su madre;
ab eterno nació Él y es mi hijo,
en el tiempo nací yo, pero le soy Madre.

El es mi creador y es mi hijo
soy su criatura y le soy Madre;
fue prodigio divino el ser mi hijo
un Dios eterno, que me tiene por Madre.

El ser casi es común entre madre e Hijo
porque el ser del Hijo tuvo la Madre
y el ser de la Madre tuvo también el Hijo.

Pues si el ser del Hijo tuvo la Madre,
o se dirá que fue manchado el Hijo
o sin mancha tiene que ser la Madre.

Treinta años después, en 1854, Pío IX promulgaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción.
En el mismo año le presentaron al "Pontífice de la Inmaculada" el soneto improvisado en honor a María. Quedó conmovido y maravillado por los versos tan teológicamente exactos, compuestos por un singular poeta.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Devocionario básico Español-Latín.


El latín es la lengua oficial de la Iglesia Católica, aunque de facto se use la lengua según el país donde se resida, actualmente se sigue usando como lengua litúrgica en el tradicional rito Romano Tridentino.

Además de ser una lengua que fonéticamente es sublime, el uso del latín en la liturgia Católica representaba el habla de una misma lengua de un mismo rebaño, sin importar al país que fueses, sin importar la lengua vernácula de cada país; en la liturgia, todo cántico y rezo era en la misma lengua. Ya que San Pio V publicó, en el año 1570, una edición del Misal Romano, ordenando que se usara en toda la Iglesia Occidental.

A continuación les comparto un pequeño y básico devocionario en español y en latín. Para quienes tengan el deseo y la curiosidad de conocerlas en la lengua que se ha usado en la liturgia por más de 400 años.
 
La señal de la cruz.

Por la señal † de la Santa Cruz,
de nuestros † enemigos
líbranos, Señor, † Dios nuestro.

En nombre del Padre y del Hijo †
y del Espíritu Santo. Amén.

Per signum † Crucis de inimícis † nostris
libera nos † Deus noster.

In nómine Patris, et Fílii, †
et Spíritus Sancti. Amén.


Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga
a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también,
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la
tentación y líbranos del mal. Amén.

Patter noster, qui es in cælis; sanctificétur nomen tuum;
advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo
et in terra.

Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie; et dimite
nobis débita nostra, sicut et dimíttimus debitóribus nostris;
et en nos inducas in tentatiónem,
sed libera nos a malo. Amén.


Ave María

Dios te salve María, llena eres de gracia;
el Seños es contigo; bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madres de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Ave María, gratía plena, Dóminus tecum;
benedícta tu en muliéribus, et benedictus
fructus ventris tui, Iesus.

San María, Mater Dei, ora pro nobis
peccatóribus, nunc et in hora mortis nostra.
Amén.


Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo,
Y al Espíritu Santo. Como era en un
principio, ahora y siempre, y por los
siglos de los siglos. Amén.

Gloria Patri, et Fílio, et Spírictui Santo.
Sicut erat in princípio, et nunc et semper, et in
sæcula sæculórum. Amén.


Credo de los Apóstoles

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas
visibles e invisibles. Y en un solo Señor, Jesucristo.
Hijo unigénito de Dios. Y nacido del Padre, antes de
Todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz,
Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no creado;
consubstancial al Padre, y que por quien todo ha sido
creado. El mismo que por nosotros los hombre y por
nuestra salvación bajó de los cielos.

Y se encarnó por obra del Espíritu Santo de la Virgen María
y se hizo hombre.

Fue también crucificado por nosotros bajo el poder de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer
día, conforme a las Escrituras. Y subió al cielo y está sentado a
la diestra del Padre. Y otra vez vendrá con gloria a juzgar a
vivos y a los muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo también en el Espíritu Santo, Señor y vivificador,
el cual procede del Padre y del Hijo. Quien con el Padre y
el Hijo, es al mismo tiempo adorado y glorificado,
el cual habló por la boca de los profetas. Creo en la Iglesia,
Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso que hay
un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Y espero la resurrección de los muertos y la vida del
Siglo venidero. Amén.

Credo in unum Deum Patrem omnipoténtem,
Factórem cæli et terræ, visibílium ómnium et invisibílium.
Et in unum Dóminum Jesum Christum, Fílium Dei unigénitum.
Et ex Patre natum ante ómnia sæcula. Deum de Deo,
lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero. Génitum,
non factum, consubstantiálem Patri: per quem ómnia facta
sunt. Qui propter nos hómines et propter nostram salútem
descéndit de cælis.

Et incarnátus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine:
Et homo Factus Est.

Crucifíxus étiam pro nobis: sub Póntio Piláto
passus, et sepúltus est. Et resurréxit tértia die, secúndum
Scripturas. Et ascéndit in cælum: sedet ad déxteram Patris.
Et íterum ventúrus est cum glória judicáre vivos et mórtuos:
cujus regni non erit finis.
Et in Spíritum Santum, Dóminum et vivificántem: qui ex
Patre Filióque procedit. Qui cum Patre et Filio simul adorátur
et conglorificátur: qui locútus est per Prophétas. Et unam,
Sanctam, Cathólicam et Apostolicam Ecclésiam.
Confíteor unum baptísma in remissiónem peccatórum.
Et exspécto resurrectiónem mortuórum. 
Et vitam ventúri sæculi. Amén.


Salve

Dios te salve Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti
suspiramos, gimiendo y llorando en este valle
de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tu hijos misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡Oh piadosa!
¡Oh siempre dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Salve, Regína, Mater misericordiæ: vita, dulcédo,
et spes nostra, salve.
Ad te clamámus éxsules fílii Hévæ. Ad te suspirámus,
Geméntes et fléntes in hac lacrimárum valle.
Eia ergo, Advocáta nostra, illos tuos misericórdes
Óculos ad nos convérte. Et Iesum, benedíctum fructum
Ventris tui, nobis post hoc exsílium ostende.
O clemens, o pia, o dulcis Virgo María.
Ora pro nobis, Sancta Dei Génitrix. 
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi. Amén.


Yo Pecador

Yo pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la
Bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado
San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista,
A los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los
Santos y a vos, Padre; que he pecado gravemente
Con el pensamiento, palabra, y obra, por mi culpa,
por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por tanto,
ruego a la bienaventurada siempre Virgen María,
al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado
San Juan Bautista, A los Santos Apóstoles San Pedro
y San Pablo, a todos los Santos y a vos, Padre,
que roguéis por mi a Dios nuestro Señor.

Confíteor Deo omnipoténti, beátæ Maríæ semper Vírgini,
beátæ Michaéli Archángelo, beáto Joánni Baptista, Sanctis
Apóstolis Petro et Paulo, ómnibus Sanctis, et tibi Pater:
quia peccávi nimis cogitatióne, verbo et opere: mea culpa,
mea culpa, mea máxima culpa. Ideo precor beátam Maríam
semper Virginem, beátum Michaélem Archángelum,
beátum joánnem Baptístam, Sanctos Apóstolos Petrum
et Paulum omnes Sanctos, et te Pater, orare pro me ad Dóminum,
Deum nostrum.



Oración a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla,
y se nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Sujétalo, Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la celestial
milicia, sepulta en el infierno, con el divino poder, a Satanás y a
los demás espíritus malignos, que merodean por el mundo para la
perdición de las almas, Amén,

Sante Míchael Archángele, defénde nos in prælio; contra nequítiam
et insidias diáboli esto præsidium. Impere illi Deus, súpplices
deprecámur; tuque, Princeps militiæ cæléstis, Sátanam aliéosque spíritus
malignos, qui ad perditiónem animárum pervángatur in mundo,
divina virtúte in inférnum detrúde. Amén.