Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio
autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para
sanar toda enfermedad y toda dolencia. (Mt 10:1)
Sabemos que la religión Católica, tiene un poder descomunal
sobre Satanás, contra las fuerzas infernales. Verdad irrefutable y comprobable.
Sabemos también, por palabras de Gabriel Amorth y de José
Antonio Fortea, renombrados exorcistas Católicos, que no sólo en la religión Católica se ejerce el magisterio
del exorcismo; pero si es en el Catolicismo donde se encuentran los ritos y
formulas más eficaces que datan desde 1494. Sabemos también que después del
Concilio Vaticano II el actual ritual, que se redactó en 1614, ha sufrido
modificaciones al punto de ser, a opinión de exorcistas, ineficaz o poco
efectivo. Pero ese es otro tema.
Dentro de un rito de exorcismo, el Sacerdote logra
ejercer dominio sobre el demonio o los demonios, pues es Jesucristo mismo,
quien por medio del Sacerdote, afronta cara a cara a los enemigos invasores.
Como lo dimensiona de manera perfecta el escritor Candido Brognolo: "Los
Reyes más poderosos, con todos sus ejércitos y soldados, son derrotados por un
solo demonio, mientras toda la numerosa multitud de los demonios es derrotada
por un solo exorcista, y un solo hombrecito puede someter a estos espíritus
hasta el punto de obligarlos a manifestar en sus acciones una perfecta
obediencia…"
Es por esto que les comparto una fabulosa oración,
denominada "Poesía de un endemoniado" , o la cual denomino, "Teología de un rebelde".
Tomado del libro "EL DIABLO…existe y se le puede
reconocer" del Padre Corrado Balducci; página 204.
Poema que se puede encontrar también en: La revista
"La voz de Pío IX" (Roma 1, 1955, II, 12).
En 1823 en Ariano de Puglia, provincia de Avellino
(Italia), un niño de 12 años, analfabeta, fue poseído, por Satanás. Después de
un largo camino, se recurrió a los exorcismos. Dos celebres predicadores, los
Padres Dominicos Gassiti y Pignataro, que se encontraban en el pueblo para una
misión parroquial, le ordenaron a Satanás, en nombre de Dios, probar
teológicamente, con un soneto de rimas obligadas, la Inmaculada Concepción de
la Virgen, cuestión muy debatida en esos tiempos.
El pequeño endemoniado pronunció el siguiente soneto:
Verdadera Madre soy yo de un Dios que es Hijo
y soy su hija, aunque también su madre;
ab eterno nació Él y es mi hijo,
en el tiempo nací yo, pero le soy Madre.
El es mi creador y es mi hijo
soy su criatura y le soy Madre;
fue prodigio divino el ser mi hijo
un Dios eterno, que me tiene por Madre.
El ser casi es común entre madre e Hijo
porque el ser del Hijo tuvo la Madre
y el ser de la Madre tuvo también el Hijo.
Pues si el ser del Hijo tuvo la Madre,
o se dirá que fue manchado el Hijo
o sin mancha tiene que ser la Madre.
Treinta años después, en 1854, Pío IX promulgaba
solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción.
En el mismo año le presentaron al "Pontífice de la
Inmaculada" el soneto improvisado en honor a María. Quedó conmovido y
maravillado por los versos tan teológicamente exactos, compuestos por un
singular poeta.
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